qué/ ¿poesía?

Emoción. Por Luis Cortés Bargalló

Luis Cortés Bargalló *

Emoción

La emoción es el punto primigenio de contacto con el mundo, su presencia es inconfundible, aunque con frecuencia inexpresable, pues no es del todo o exclusivamente dependiente del objeto o el fenómeno que la despierta, sino de la confluencia y del estar allí presentes, resonando, interactuando. La emoción es contacto y conexión, pero también perplejidad, sin embargo, para mantenernos en el mundo nos resulta ineludible decirla, pues en su expresión podemos retenerla, conservarla, conocerla, mantenerla cerca e incluso darla a manos llenas, o dejar que escurra simple y gozosamente entre los dedos. La emoción nos pide a gritos compartirla, y si no lo hacemos nos castiga y arrebata. Algunos críticos y poetas han observado que, aunque la emoción está presente, no sabemos definirla hasta que nos dan o damos con una palabra que la señala y que permite distinguirla entre los muchos matices y variedades que la emoción tiene. 

No sería descabellado afirmar que su expresión más inmediata y natural está en el canto, que a su vez proviene de una imposibilidad arrancada a las palabras, viene de ese sitio en que éstas se desvían de su cauce, se desbordan de sus límites enmudecidos para seguir diciendo de otro modo. Es un sobresentido que, muy lejos de ahogarlas, las sumerge en nitidez y transparencia —y también en extensión—. Sara Vaughan, Billy Holliday, Ella, Dinah Washington, Carmen McRae, Ray Charles, Chet Baker, John Lee Hooker, Nusrat Fateh, Tom Waits, Aretha, Janis, Cigala, Camarón, Amy Winehouse, etc., etc. La emoción, pues, se hace una con el canto y en él se expresa.

En un poema —que muy rudimentariamente podría hacerse de los recursos de la música, aunque lo busca y, a su manera, lo consigue— toda ella está puesta en la voz. Una voz que transmite, por encima de cualquier otro mensaje (que los tiene), eso: la voz. La voz que puede producir en nosotros imágenes que no necesitan explicación porque son conducidas y llegan en un estado fluido que puede prescindir de los procesos del intelecto que, por su cuenta, podrían degradarlas, desviarlas. Está por debajo y en el cimiento de las palabras como una corriente subterránea. Así como la voz transmite la voz, el sentido que toma, su inclinación, nos transmite la emoción que sólo puede desembocar en otra que la vuelve más real y que ya es totalmente nuestra, hecha con nuestras imágenes, nuestras palabras, experiencias, reinstalando su muy particular manera de hacer sentido en nuestra vida y con ella.

La voz, como decía A. E. Westphalen a propósito de la poesía de César Vallejo, es “una fuerza de la naturaleza” y tiene la capacidad de entroncarnos con ella. La voz puede ser forma, pero también puede no serlo pues en alguna parte queda vibrando, viva, cuando la forma desaparece o cuando ésta aún no ha llegado, es decir, cuando sólo se percibe su latencia. Es una capacidad que está antes de la forma, la anticipa, la antecede, la presiente y, en cierto sentido, la modela o, por decirlo en términos platónicos, prefigura. Es un desborde, un “porque sí”, una abundancia, ¿exuberancia?, que nos pone a tono con el mundo. Porque “solo la emoción perdura”, dijo Ezra Pound, quien —y valga en mucho su advertencia— también quería mantenerse libre de la “babosa emoción” que, por supuesto, puede dar al traste con todo esfuerzo artístico y hasta vital. Porque la emoción es sobrecarga y la poesía un superconductor, cada emoción que se apodera y se acerca a su palabra es un riesgo supremo. Vale recordar el castigo inmisericorde que Apolo le inflige a Marsias —pienso en la pintura de Tiziano donde está siendo desollado—, porque con su flauta rústica de pastor supo cómo expresar inmejorable, aunque imprudentemente, su emoción (entre animal y humana, porque Marsias era eso) ante los celosos y punitivos dioses que no dudaron en arruinarlo o, en sentido inverso, presintiendo lo que le esperaba, las palabras de Dante cuando vio a Beatriz por vez primera: “He aquí un Dios más fuerte que yo, que viene a dominarme”.

Luis Cortés Bargalló

Luis Cortés Bargalló

Luis Cortés Bargalló (Tijuana, B. C., 1952), poeta, editor y traductor. Estudió comunicación (UIA), la maestría en letras mexicanas (UIA-UNAM) y música (CNM).

Ha publicado varios títulos de poesía. Por más de cuatro décadas se ha dedicado al trabajo editorial. Ha realizado trabajo de edición, producción y desarrollo de proyectos editoriales para las principales editoriales del país y también para diversas instituciones culturales y académicas.

Entre 2016 y 2019 fue coordinador editorial de la Academia Mexicana de la Lengua. Actualmente es colaborador de la unidad editorial de El Colegio de San Luis, editor de la gaceta Criba y de la colección Libros del Alicate.

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